El más popular de los personajes presentes en el imaginario supersticioso de la isla es el fameliar, representado en la forma de un hombrecillo de tamaño menudo, calvo, cabeza grande y extremidades pequeñas. Su principal valor reside en su extraordinaria capacidad de trabajo, pudiendo hacer las labores más duras del campesino en unas pocas horas. Pero, por otra parte, también podía ser la ruina de la casa por su voracidad, la cual se activaba en cuanto dejaba de trabajar. De ahí que las leyendas cuenten que, para evitarlo, se le encargaran trabajos imposibles de finalizar. La tradición explica que para conseguir uno de estos duendecillos había que acudir la noche de San Juan bajo el puente viejo de Santa Eulària des Riu y esperar a que creciera una flor que había que cortar e introducir dentro de una botella negra. Allí habría de quedar hasta que el campesino necesitase de su ayuda.
Si quieres conocer más a este singular personaje, en la localidad de Santa Eulària des Riu puedes seguir la llamada Ruta del Río, en cuyos paneles hace de particular guía un fameliar. También de genio destemplado es el barruguet, un duende de pequeño tamaño y mente despierta cuya diversión consiste en hacer travesuras en el ámbito doméstico, ya sea echando ceniza en la olla, colgándose del cubo del pozo o haciendo llorar a los niños. El tercer ser mágico, que también está presente en la cultura popular francesa e italiana, es el follet, un espíritu invisible y de carácter inquieto que permitía trasladarse de un lugar a otro sin ser visto por los demás.