Canal d'en Martí
Once kilómetros separan la Font d’Atzaró del canal d’en Martí, un pequeño puerto natural situado junto a la Punta d’en Valls. Usado desde la antigüedad para resguardecer las barcas de los pescadores de la zona, su facilidad de acceso también propiciaba el desembarco de los piratas berberiscos que de cuando en cuando llegaban a la isla para saquear sal, provisiones y joyas.
Aparte del encanto propio que las casetas varadero otorgan a este enclave marinero, el canal d’en Martí tiene interés arqueológico gracias a los restos visibles de conchas que verás en un montecito de tierra roja, justo en el lado derecho de la calita. Estos restos de caracoles marinos de las especies Murex brandaris (llamada comúnmente cañaílla) y Murex trunculus nos recuerdan que, durante la ocupación romana en Ibiza, la isla mantuvo un importante comercio de extracción de púrpura.
Este tinte tan valorado en la antigüedad se obtenía del color púrpura de una glándula de dichos moluscos. Llegó a ser más caro que el oro, ya que se tenían que abrir alrededor de 9.000 caracoles para obtener un gramo de púrpura. Es por ello que el uso de este color estuvo restringido durante largo tiempo a reyes, nobles y alto clero.
Curiosidades
Cuenta la leyenda que la industria del teñido en color púrpura se originó en la ciudad de Tiros (Líbano), un día en que el dios fenicio Melkart paseaba por la orilla del mar junto a la ninfa Tyrus. Durante el paseo, un perro que les acompañaba mordió una caracola, la cual tiñó su boca de color púrpura. La ninfa Tyrus quedó tan admirada de aquel intenso color que avisó al dios Melkart de que no lo aceptaría como amante hasta que no le ofreciera un vestido de la misma tonalidad.