Fuentes, pozos y un acueducto romano enriquecen el patrimonio hidráulico de Santa Eulària des Riu, vitales durante siglos para acceder al agua dulce.
Patrimonio hidráulico: el guardián del bien más preciado de la isla
Puede que no los descubras tras una primera mirada, pero el interior ibicenco se encuentra salpicado de pozos y fuentes. Simples y humildes en apariencia, son un elemento imprescindible en el destacado patrimonio hidráulico de Santa Eulària, que conserva también restos de un acueducto romano del siglo I. Míralos: ellos nos recuerdan que el mejor tesoro de una isla es su agua dulce.
La permeabilidad del terreno ibicenco ha permitido la existencia en el subsuelo de masas de agua dulce que desde tiempos antiguos dan de beber a los campos y las gentes de Ibiza. Esa riqueza hídrica, que en contadas ocasiones asoma en torrentes, se hace visible en los numerosos pozos, fuentes, acequias y safareig (albercas) que salpican el paisaje de la isla, tanto en el interior como en la costa.
La mayoría de los pozos se encuentran junto a las casas tradicionales payesas, pero tanto aquellos que eran comunales como las fuentes se ubican junto a los antiguos caminos que unían los diversos núcleos poblacionales. Precisamente en éstos se celebraban -y se siguen celebrando- las tradicionales ballades de pou, citas festivas que reunían a los vecinos tras las cosechas, por ejemplo, y donde se bailaba y se cantaba.
Un pozo en el centro de Ibiza
A las afueras del pueblo de Santa Gertrudis, en el centro geográfico de la isla, se encuentra el Pou de Gatzara, cuyo origen se estima en siglo XVII. De factura sencilla, antiguamente acogía el baile que se celebraba cada 25 de julio en honor de San Jaime. En la actualidad, puedes unirte al folclore ibicenco el primer domingo de octubre, cuando el grupo de Balls Tradicionals de Santa Gertrudis ofrece una exhibición de baile y música pagèsa.
Las fuentes de Santa Eulària
Una de las construcciones hidráulicas más destacadas del municipio es la Font de Peralta, localizada a las afueras del pueblo de Sant Carles y donde cada 29 de junio se celebra ball pagès en honor de la festividad de San Pedro. La antigüedad de la fuente alcanza al menos a principios del siglo XVII, cuando aparece documentada en el relato de una batalla librada contra piratas turcos el 20 de septiembre de 1620. Este conjunto recién restaurado incluye la propia fuente, una acequia y el safareig o alberca, la cual conserva las piedras utilizadas antiguamente para el lavado de la ropa; además de una agradable placita y un excelente ejemplo de muro tradicional de piedra seca. Desde aquí puedes acercarte a pie a Ca n’Andreu des Trull, una fotogénica casa tradicional ibicenca convertida en museo cuya almazara o trull data del año 1775.
Más escondida se encuentra la Font d’en Xico Sala, situada en una zona boscosa al pie del Puig des Molí, a la vera de un camino que une Sant Carles con Cala Mestella. Es un excelente ejemplo de la fuente tradicional presente en la isla, adaptada para suministrar agua para consumo humano, para el ganado y para el riego agrícola. La escalera de acceso conduce a una gran arqueta techada con una bóveda, donde el agua llega a través de una abertura de la pared. Puedes descubrir otras dos fuentes del municipio si realizas la ruta de senderismo R2, que transcurre junto a la Font d’Atzaró y la Font de Perella.
El acueducto romano de s’Argamassa
El patrimonio hidráulico de Santa Eulària conserva uno de los tesoros ocultos de Ibiza: el yacimiento arqueológico de s’Argamassa, el cual encontrarás a pocos metros de la playa del mismo nombre. Declarado Bien de Interés Cultural, este conjunto conserva los restos de una villa romano imperial y de un acueducto romano de 425 metros de longitud, levantado en el siglo I d.C.. Según los hallazgos, es posible que esta construcción formara parte de un asentamiento marítimo-rural y llevara agua dulce a una instalación industrial de pescado, cuyas balsas estarían destinadas a conservar fresco el pescado capturado. La obra está realizada con opus caementicium, el llamado hormigón romano, consistente en una mezcla de agua, cal, guijarros, arena y piedras de deshecho.