Siglos de sabiduría popular aguardan en nuestras casas. Abre la puerta…

Sencillas por funcionales. Elegantes por sobrias. Líneas cúbicas que enc1ierran dentro de sí toda la blancura de la cal y, en ocasiones, también el color tierra de la piedra seca. Módulos que crecen con la historia de cada casa y, por ello, las convierten en diseño únicos. Un saber popular que acumula siglos tras cada ventanuco, tras cada viga de sabina escogida. Tras cada portón. No te quedes sólo en el selfie. Reposa la mirada. Observa. Entra.

Admirada por Le Corbusier, Sert, Rodríguez Arias y otros grandes maestros arquitectos del siglo XX, la vivienda tradicional rural ibicenca es uno de los grandes tesoros de la isla. Verdaderas joyas de líneas simples y funcionales que hablan de cómo fue la vida de los ibicencos hasta prácticamente el último tercio del siglo pasado. Cuando visites Santa Eulària, posa la mirada en ellas. Lo tienes fácil, pues en nuestro municipio encontrarás abiertas al público dos excelentes ejemplos de casa típica de Ibiza: Can Ros, hoy Museo de Etnografía de Ibiza, localizado en el Puig de Missa de Santa Eulària des Riu; y Ca n’Andreu de Es Trull, situado en el pueblo de Sant Carles de Peralta. Pero no son los únicos ejemplos. Cualquier paseo tranquilo por el municipio, ya sea a pie, sobre una bicicleta o en automóvil, permite descubrir casas payesas tradicionales junto al camino o punteando de blanco colinas y valles. No las mires sin verlas. Detente. Son pura esencia de la isla.

¿Cómo es la casa payesa, la vivienda tradicional de Ibiza?

Formadas por módulos cúbicos que iban sumándose según las necesidades y recursos de la familia, las viviendas payesas se construían aisladamente por el territorio, sobre las mismas tierras a cultivar y obligadas a lograr la mayor autosuficiencia posible, por lo que no podían faltar elementos de gran importancia como el pozo, el horno y la cisterna, la cual recogía el agua de lluvia que se escurría por los terrados planos. Estas cubiertas desnudas de tejas se formaban sobre vigas de sabina, las cuales se cubrían con capas de tallos secos de posidonia océanica, tierra de carbonera y arcilla.

La casa payesa se construía en torno al porxo, la sala principal que hacía las veces de vestíbulo, espacio de trabajo y lugar de encuentro. Orientada generalmente al sur, desde esta sala se accedía a la cocina y a las cases de jeure, los dormitorios. Si los propietarios de la vivienda eran prósperos, levantaban entonces la planta superior y, en ella, el porxet de dalt, una galería habitualmente decorada con tres arcos y en la cual se secaban frutas y verduras. Los corrales, el cobertizo para el carro, el trull (la almazara) y la casa del vi (la bodega) son otros espacios que se anexaban a la vivienda según las posibilidades de la familia y de las tierras que trabajaban. En algunos casos, la casa payesa podía incluso contar con una torre defensiva para defenderse de los ataques turcos y berberiscos que la isla vivió hasta el siglo XVIII.

La casa payesa ibicenca en la arquitectura contemporánea

Los arquitectos vanguardistas que descubrieron Ibiza a partir de los años 30 quedaron fascinados por la simplicidad cúbica y la belleza arcaica de la casa de campo tradicional, así como con su armoniosa relación con el entorno. Josep Lluis Sert, Erwin Broner y Rolph Blakstad son algunos de los nombres propios de la arquitectura que encontraron inspiración en ella y cuya obra ha quedado ligada a Ibiza. En Santa Eulària, puedes ver dos ejemplos de sus reinterpretaciones de la vivienda tradicional de la isla: la urbanización Can Pep Simó, en Cap Martinet, promovida y proyectada por Josep Lluis Sert en 1964, y declarada Bien de Interés Cultural; o la sede del estudio de diseño y arquitectura Blakstad, situado en el camí de Atzaró, y proyectado por Rolph Blakstad.